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Joe Cavanaugh
Edad: 50
Ocupación: Director y accionista mayoritario de la cadena
Personalidad: Es un apasionado de la vida, sobre todo ahora que le va tan bien. Siempre se ha destacado por sus ideas, grandes, locas y a menudo incomprensibles, pero que suelen tener éxito. Es ambicioso, y tan seguro de sí mismo y de que las cosas seguirán su curso natural (es decir, que saldrán a su favor) que a menudo le tachan de sobrado o de megalómano. Le gustan demasiado las faldas, y sobre todo lo que hay debajo. Es raro que se muerda la lengua y si lo hace es por sus excelentes cualidades diplomáticas, que ejerce exclusivamente cuando quiere.
Biografía: ¿Alguien recuerda esas historias de los pioneros de Hollywood que empezaron de chicos de los recados en los grandes estudios? Bueno, esto es más o menos así. Con dieciocho años, Joe dejó su casa en Sacramento con los cincuenta dólares que su padre le había dado para comprar gasolina y llegar a Nevada, a vender las piezas de motor que recogía, y en lugar de gastárselos en el viaje, cogió el autobús, lo que le dejó con cuarenta y cinco dólares, que le dio a un amigo suyo que quería poner un negocio de lámparas de lava. Eran los setenta, así que las lámparas de lava eran la última moda. Su amigo recuperó el dinero, le dio la parte de las ganancias proporcional a los cuarenta y cinco y con eso, Joe compró su primer paquete de acciones, de una cadena de televisión local. Era una cadena bastante pobre, con lo cual su pequeño paquete le llevó directamente al consejo de administración. De ahí a más acciones, compra y venta, puestos más altos, cadenas más grandes. Joe había descubierto que el mundo al otro lado de la caja tonta era lo que siempre había deseado, y también cómo se podía triunfar en la vida sin oficio ni beneficio, sólo buen olfato para los negocios.
El golpe de gracia lo dio al emparentar bien: Emmeline Fielding, de los estudios Fielding de cine, se quedó con la boca abierta en cuanto lo vio por primera vez. Como la chica era mona aunque corta de luces, un par de polvos más tarde estaba suplicándole a su padre que permitiera el matrimonio. Un matrimonio de los buenos, es decir, nada de separación de bienes. Duraron casi diez años, sin hijos (cosa que Joe amparó en el hecho de ser un eterno Peter Pan, aunque la razón era mucho más sencilla: así se evitaba herederos forzosos) y todo acabó cuando el viejo Fielding murió, Emmeline heredó, se divorciaron y la mitad de los estudios fue para Joe. Se la vendió a su mujer (la prensa lo calificó de movimiento rastrero, pero económicamente efectivísimo) y con el dinero se dispuso a realizar su sueño: su propia emisora de televisión.
La MBC tiene ya dos años y buenos datos de share para su juventud. Él se encargó de buscar a los mejores profesionales, y se rumorea que también de contratar a las empleadas más guapas y jóvenes. A él le da igual lo que digan. Como solía decir su padre, si les pica, que se rasquen las vergüenzas con un ladrillo. Será que tienen envidia, y razón no les falta.
Imagen: Alec Baldwin
Llevado por: Sara