Oliver Halpert (con Brooke)
Llegué pronto, porque eso de llegar elegantemente tarde no está mal, pero cuando lo que se está negociando es un trabajo, por muy estrella que sea uno, no puede llegar tarde. Además, la jefa de estilismo (al menos ella se había presentado así) me había llamado diciéndome que me pasara para que se encargasen de mí. Le dije que podían hacerlo mis estilistas habituales, pero se encabezonó y decidí que no era cosa de empezar a hacer enemigos en mi futuro lugar de trabajo, así que finalmente me presenté un poco antes.
Los pasillos estaban desiertos. Todo el mundo debía estar concentrado en los camerinos o ya acercándose a la fiesta, así que no encontré a nadie a quien preguntar. Al final, conseguí encontrar la zona de camerinos (¡hurra! Deberían poner un mapa o algo) y abrí la puerta del primero, al azar.
Seguramente fue el destino. No es que crea mucho en el destino, pero es lo que parecía. La casualidad quiso que abriese la primera puerta y que justo al otro lado estuviera Brooke, maquillándose. Estuve a punto de cerrar antes de que ella se diera cuenta. No es que pensara no decírselo, total, todavía éramos amigos e íbamos a vernos todos los días a partir de ahora... pero por otro lado, no sé. Quizá esperaba que no fuera tan pronto. En cierto modo era peligroso tenerla tan cerca. Creo.
Finalmente me armé de valor y carraspeé para hacerle notar mi presencia.
-Hola- la saludé con una sonrisa. Decidí avanzar un poco y acercarme a ella, aunque manteniendo unos saludables cincuenta centímetros entre nosotros, excepto cuando me acerqué a darle dos besos, claro.- Qué casualidad, vengo y eres la primera que encuentro... me han invitado a la fiesta, y además me han hecho una... ofertilla, así que a lo mejor nos vemos por aquí más a menudo. Hacía tiempo que no quedábamos.
Llegué pronto, porque eso de llegar elegantemente tarde no está mal, pero cuando lo que se está negociando es un trabajo, por muy estrella que sea uno, no puede llegar tarde. Además, la jefa de estilismo (al menos ella se había presentado así) me había llamado diciéndome que me pasara para que se encargasen de mí. Le dije que podían hacerlo mis estilistas habituales, pero se encabezonó y decidí que no era cosa de empezar a hacer enemigos en mi futuro lugar de trabajo, así que finalmente me presenté un poco antes.
Los pasillos estaban desiertos. Todo el mundo debía estar concentrado en los camerinos o ya acercándose a la fiesta, así que no encontré a nadie a quien preguntar. Al final, conseguí encontrar la zona de camerinos (¡hurra! Deberían poner un mapa o algo) y abrí la puerta del primero, al azar.
Seguramente fue el destino. No es que crea mucho en el destino, pero es lo que parecía. La casualidad quiso que abriese la primera puerta y que justo al otro lado estuviera Brooke, maquillándose. Estuve a punto de cerrar antes de que ella se diera cuenta. No es que pensara no decírselo, total, todavía éramos amigos e íbamos a vernos todos los días a partir de ahora... pero por otro lado, no sé. Quizá esperaba que no fuera tan pronto. En cierto modo era peligroso tenerla tan cerca. Creo.
Finalmente me armé de valor y carraspeé para hacerle notar mi presencia.
-Hola- la saludé con una sonrisa. Decidí avanzar un poco y acercarme a ella, aunque manteniendo unos saludables cincuenta centímetros entre nosotros, excepto cuando me acerqué a darle dos besos, claro.- Qué casualidad, vengo y eres la primera que encuentro... me han invitado a la fiesta, y además me han hecho una... ofertilla, así que a lo mejor nos vemos por aquí más a menudo. Hacía tiempo que no quedábamos.